La banda presenta su décimo disco de estudio, sacando a luz el potencial de lo mejor del emo melódico de principio de siglo. No hay muchos artistas que hagan música similar a la de Cursive, ya con más de 20 años de trayectoria y en su décimo proyecto de estudio, la banda comprende a la perfección su estilo, y lo balancea con el gusto de un público ya pulido con los años. Devourer se consagra como un disco denso y oscuro, pero magistralmente compuesto, y casi perfectamente producido, siendo fácilmente la mejor y más detallada producción que escuché en lo que va del año. Muchos discos que reseño, abordan una perspectiva o problemática adolescente o de maduración, pero hay muy pocos como este, que tratan con crisis absolutamente adultas y de un mundo de supervivencia en la mediana edad de mediana clase para abajo. Inestabilidad económica, inconformidad con la vida, resentimiento e hipocresía, crisis de mediana edad. Recordemos al primer par de discos de los IDLES, pues se asemeja bastante, aunque por supuesto Cursive tiene más trayecto. Tanto en la lírica como en los arreglos instrumentales, la banda es tan cautelosa y equilibrada, pero sin perder esa furia orgánica punk, que da identidad a su estilo. Hay muchos highlights, pero los que destaco porque son los que más quedan en la memoria, son los estribillos cortos, pero bastante pegajosos. Es imposible no mover la cabeza al escuchar el disco. “Fuck that, I’m swimming in the blood bath”, Bloodbather De sus proyectos más completos, accesibles y representativos ya que comprenden distintos estilos de composición, y una gran versatilidad tanto temática como instrumental. Con agresividad emocional, pero que es para el correcto estado de ánimo. Brilla en su ausencia de color, y es bastante autorreflexivo. Un acierto.