El heroísmo de Pinkman
*Artículo originalmente publicado para la revista La Ramona del diario Opinión el día 20 de Octubre de 2019. VER PUBLICACIÓN
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A la espera de The Irishman, Netflix estrena un proyecto tan si no más ambicioso. El Camino marca un epílogo extra para el co-protagonista de Breaking Bad, Jesse Pinkman.
Volvemos a la última escena de Jesse en la serie, en la que lo vemos soltando un llanto de felicidad mientras escapa, pues como audiencia, sólo podíamos asumir toda la impotencia que vivió como esclavo, mientras él daba por hecho que moriría encadenado. La trama parte desde ese preciso momento, y se construye a partir de dicho deseo de libertad.
Aunque el personaje de Jesse pasó a ser esencial para el éxito de la serie, para que no se encierre en el drama o el humor negro, y también se abra a la inocencia en el más puro de sus sentidos; nunca consideré a Pinkman como un héroe, sino como una víctima en una constante búsqueda de motivación, usado y maltratado por todos y representando la conciencia ética de la que carecía Walter White. Incluso su final fue agridulce a más no poder.
En El Camino vemos sin embargo a un Jesse Pinkman lleno de cicatrices y de traumas, agotado de una vida criminal, pero firme y decidido a sacrificar todo lo que le queda por una vida de libertad. Esa motivación y esos atributos son lo que convierten finalmente en el héroe de su propia historia.
Repleta de detalles cuidadosamente repartidos, quizás lo mejor de este largometraje está en el repaso a las relaciones de Jesse y las consecuencias que tuvieron, a través de flashbacks que aluden a momentos específicos de la serie. Con Walt y con Mike como el demonio y el ángel en hombros opuestos, ayudándole a forjar un futuro; con Jane, su primer amor convirtiéndose en su primera tragedia; con sus padres, cuya relación en la serie parecía irremediable; con sus captores, quienes lo deshumanizaron, y con sus amigos, quienes nunca le dieron la espalda.
Además de la actuación de Aaron Paul, es de destacar y aplaudir la de Jesse Plemons, quien a través de recuerdos actúa casi como co-protagonista, y desarrolla su personaje de Todd hasta el punto en el que casi llegas a olvidar que era de los más odiados en la serie.
Entre los casi escasos puntos negativos además del más obvio, que es la imposibilidad de siquiera intentar comprender la peli sin haber visto la serie, es que tal y como se suponía, es innecesaria. Breaking Bad ya tuvo un final perfecto, y para los más hambrientos aún tenemos Better Call Saul, pseudo precuela cuya quinta temporada no tarda en llegar. Sin embargo, tal como pasó este año con Toy Story 4, es innecesaria sin dañar el producto original, de hecho enriqueciéndolo demasiado.
Otro punto en contra sería el ritmo torpemente cambiante que se optó para hacer algo más trascendental con el personaje, sin que este llegue a aburrir. Además de ser en términos muy generales “predecible” y excesivamente cariñosa con los fans, pero ese era el único camino a seguir, si se quería tener algo de respeto a su legado.
Pero al ser complaciente, no carece de grandes momentos emotivos. Uno a destacar es en el que Jesse negocia con Ed sobre el precio de su “escape”. En esta escena podemos ver que a pesar de todos los tropiezos, heridas y traiciones que lo llevaron a este punto, Jesse sigue siendo el mismo chico cuya inocencia abraza a la ingenuidad, una ingenuidad hilarante. Esta escena incluye al personaje de Robert Foster, quien lamentablemente falleció el día del estreno de la película y pasó a ser otro personaje que por sorpresa es muy desarrollado en la cinta.
Otro momento del que sin dudas se hablará bastante es el flashback que incluye a Walter White. En este vemos a un Jesse lleno de sueños y a un Walt previo al nacimiento de Heisenberg, quien aún actuaba con una preocupación paternal y pasiva ante su estudiante y colega.
Esta escena no sólo es importante porque aparece Walt, sino porque en contraste, el legado de Heisenberg es ahora olvidado y completamente destrozado por el de Jesse Pinkman, quien sin necesidad de convertirse en un villano, logra evolucionar en un (anti)héroe local después de que su historia sale a la luz, obteniendo en vida lo que Heisenberg tanto anheló antes de morir. Reconocimiento.
Sus padres no lo perdonan pero se compadecen de él. Ed, un hombre muy ortodoxo en su trabajo, le da una segunda oportunidad. Un viejo enemigo le comparte dinero y le deja escapar. Y sus amigos lo dicen claramente: — Eres mi héroe.
Aunque todo apuntaba a que veríamos una película de carretera, este producto pasó a ser una historia de redención, específicamente un veredicto de justicia para un personaje que se la merecía. Así es, hubo muchos demonios que dejó atrás, pero fueron estos mismos quienes lo destinaron con un largo camino por delante.
No es un epílogo que entretenga demasiado ni que aspire a ser una obra maestra que cambie la historia de la televisión. El Camino es simplemente el “vivieron felices por siempre” que no sabíamos que necesitábamos.
Con Jesse en Alaska, los espectadores finalmente podemos dormir tranquilos.
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