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Reseña: «THE DECLINE OF WESTERN CIVILIZATION III» (1998)

-Calificación: [8,3/10 ]

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En el clímax de las contraculturas ochenteras, una cineasta iniciante llamada Penelope Spheeris, fue profundamente cautivada por la creciente escena del punk, de sus muchas y variadas subculturas, y de la influencia de la política y la sociedad en estas (y viceversa).

Estrenó su muy aclamada opera prima, The Decline Of Western Civilization (1981), siguiendo algunas de las surgentes bandas de hardcore punk del momento, y sus violentos recitales. Llamó la atención y apuntó el foco en bandas como Black Flag y Circle Jerks, resaltando los últimos años y el impactante papel del frontman de la última, Darby Crash, cuyo biopic está reseñado en el blog (reseña click aquí).

Un par de años después dirigió y escribió una de mis pelis favoritas de bajo presupuesto, Suburbia (1984), también retratando a un grupo de chicos de la escena. Y otros años después, decidió involucrarse en la escena metalera con una secuela a su ópera prima, siguiendo a bandas como Alice Cooper, Aerosmith y Ozzy Osbourne.

Sin embargo, aunque la mayoría de su trabajo, incluyendo sus ficciones, me encanta, hay un proyecto que en realidad me cautivó más que ninguno, y es el que revisaremos ahora.

Esta tercera parte de la mencionada saga documental, retornó una vez más a seguir la escena punk, pero esta vez en los años 90, justo en el clímax del revival de la escena. Ah, y otro gran detalle, esta vez en lugar de seguir a los artistas, nos enfocamos en la audiencia.

La escena punk es una ensalada de miles de subculturas pequeñas, cada una con pensamientos opuestos que van desde lo más sencillo hasta lo más radical. Hay quienes se identifican con la ideología punk, con la música, con su concepto básico, y luego están los “Street Punk” o “Gutter Punk”. Muchachos socialmente desechados, en situación de calle, encontrando refugio el uno con el otro, y buscando la vida a diario en las calles.

Hay una gran diferencia entre asistir a recitales y renegar contra el sistema, que en verdad haber sufrido abusos y ataques, y no tener más alternativa que vivir en la calle. La emotiva perspectiva que vemos en el documental no puede limitarse ni al punk, ni a la música, ni a un solo país.

Hay un par de secuencias que son puestas en escena muy actuadas, pero no es nada si lo comparamos con el 98% del docu que en verdad nos sumerge en la lamentable situación de unos muchachos que no tienen más motivación que estar borrachos y sobrevivir.

Su guerra en contra de la policía, o contra los skinheads neonazis, que más que una guerra, es otro tipo de abuso hacia ellos, quienes la mayor parte de su tiempo solo quieren estar. Tampoco quiero victimizar a estos chicos, pues vemos algunos casos quienes no les interesa robar, asaltar, y joder a otros dentro de su misma situación. Pero considerando toda su situación, es difícil no ponerse en su lugar.

Hay tres momentos en particular que me impactaron que quiero resaltar, aunque no son los únicos y podrían ser muchos más. Primero cuando un joven africano americano comienza a hablar de la unidad y amistad, al ambiente familiar que hay en la escena; luego, cuando un grupo de adolescentes renta un apartamento por un mes para que puedan convivir abiertamente, y agradecen a uno de ellos quien tiene problemas mentales, y usa el dinero que recibe por su enfermedad para costear el lugar; y por último, que creo que es el clímax del documental, cuando se narra la muerte y secuelas de uno de los chicos, a quien se nos presentó una escena antes.

El involucramiento de la directora es más personal en esta ocasión al momento de las entrevistas, sin embargo su voz no eclipsa las de los jóvenes, ni manifiesta un discurso en concreto.  Pero cabe destacar que la cineasta ha mencionado que este proyecto le cambió la vida, conociendo al amor de su vida en el trayecto e inspirándola a ser madre adoptiva de cinco niños.

Aun así, de forma muy funcional, esta tercera parte deja de ser un simple archivo documental, y llega a convertirse en una especie de denuncia hacia las injusticias de un sistema clasista desequilibrado. Acá es cuando la mano de la directora se hace más importante que invasiva.

Me llama la atención lo poco recurrente es que se expongan estos puntos de vista en el cine hasta el día de hoy, creando retratos sin prejuicios, dando el espacio para presentar opiniones, más que querer armar debate a la fuerza, pues el debate debe nacer sólo y de parte del espectador.  Tuvimos que esperar hasta el 2015 para que esta trilogía tenga un lanzamiento oficial, y también agradecer mucho a las plataformas de stream, que están sacando a la luz estas cintas perdidas en el tiempo.


-Fecha de estreno: Enero de 1998
-Dirección: Penelope Spheeris
-Idioma original: Inglés
-Género: Documental
Duración: 86 minutos
https://www.imdb.com/title/tt0138393/
-Página Web: http://www.declinemovies.com/

Asesino serial y catador de música

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