No es chupar por chupar: La importancia social del alcohol
Muchas veces nos gusta conversar y debatir sobre el rol del alcohol en nuestra sociedad, sobre su política y los efectos de este en la salud y en la ley. Sin embargo casi todos ignoramos las funciones originarias a las que se atribuyen el consumo de alcohol durante la historia.
El alcohol es el complemento y la consecuencia de toda civilización agrícola. La cerveza, la chicha o el vino son considerados alimentos tradicionales en la mayoría de las culturas. La diferencia es que esas bebidas pasan por diferentes procesos que hacen que su consumo altere la conciencia del consumidor.
Cuando consumimos alcohol alteramos nuestra manera de pensar, de expresarnos, de ver las cosas. No vivimos una realidad, podemos decir que estamos en una realidad alternativa, en un universo paralelo. Esta es la misma experiencia con la que asociamos a la religiosidad.
El alcohol es un detonante del sentido de «lo sobrenatural», de los «dioses», de la mitificación en fin. Es por eso que a lo largo de la historia, el alcohol, a lo largo y ancho del planeta, durante todos los tiempos de su consumo ha tenido siempre un sentido religioso, un sentido ritual.
Todas las culturas tienen como elemento central al alcohol en sus ritos. El efecto del alcohol permite ver ese «campo espiritual» que no vemos en un mundo real, metafóricamente se puede decir que el alcohol de permite alcanzar a los dioses. Mito y rito.
Ahora, la fiesta es la máxima expresión de la religiosidad por lo tanto la presencia del alcohol, que probablemente al principio de las civilizaciones estaba restringido al clero, baja hasta el pueblo y se democratiza. Es aquí cuando el alcohol adquiere otra función aparte del ritual. Estamos hablando de la transgresión.
Cuando una comunidad se emborracha, no hay autoridad, no hay orden establecido, desaparece todo sentido de jerarquía y todos son socialmente iguales. En el momento que se vulnera el orden, las consecuencias se dejan pasar, pues «estaba borracho». Es el momento en el que lo popular se apropia de algo sagrado que estaba solamente al alcance del clero.
Entonces se experimentan diferentes fenómenos que podemos considerar fundamentales:
- Distención.- Es lo que llamamos a «romper el hielo», destruir toda incomodidad social y ruido en la comunicación. Es lo primero que vive en una fiesta con alcohol entre medio.
- Proyección hacia la socialización.- El efecto del alcohol impulsa al consumidor a establecer relaciones sociales, conversaciones, intercambios y anula cualquier represión que se pueda tener.
- Ruptura con el orden establecido.- Como ya mencionamos, las jerarquías se rompen y se altera el sentido ético de cada persona. Se banaliza lo prohibido. Todos son iguales, patrón y obrero, amo y esclavo, jefe y empleado.
- Elemento de comunicación hacia lo sobrenatural.- El rito es lo que determina toda sociedad y toda cultura. Las culturas se renuevan a través de sus ritos, la repetición de los ritos son el factor del que depende su supervivencia y la razón por la que cualquier cultura sigue vigente hasta el día de hoy, si es que la está. El alcohol es un elemento fundamental en este rito, un instrumento sin el que las culturas estuvieran incompletas ya que indican que los dioses también tienen una dimensión humana, también comen, bailan y se emborrachan. Aún en una religión tan completa como la católica, la misa no puede prescindir del cáliz.
Al final en todas partes del mundo las funciones son las mismas, aunque con particularidades pequeñas en cada cultura.
Por ejemplo, centrémonos en la chicha, en una sociedad andina como la nuestra en la que hay una valorización tan grande por el maíz, el alcohol (la chicha) llega a salir del contexto de la fiesta hasta llegar a lo cotidiano.
La gente alimenta con chicha a sus hijos, el valor que tiene la chicha trasciende lo festivo, el por qué es algo imposible de saber, pero la importancia y el significado puede ser supuesto.
El francés Thierry Saignes, en su libro «Borrachera y memoria» se ocupó de investigar el fenómeno y concluyó que la cultura andina y su relación con la chicha se encuentran ligada profundamente a la fertilidad de la tierra. Básicamente el fenómeno químico de la bebida en el cuerpo humano, se representa a través de una metáfora de lo fértil.
A la tierra se la riega para que pueda brotar el maíz, el maíz se convierte en alimento y la chicha es considerada como tal. El efecto de la bebida hace que la vejiga de afloje lo que conduce a la necesidad de orinar, orina que fertiliza la tierra.
Entonces se crea una representación circular que sin ser sagrada, relaciona a estas culturas con sus procesos agrícolas.
En estos tiempos el sentido del alcohol no ha cambiado para nada, por lo menos en las fiestas el rol sigue siendo el mismo. Lo que cambió sin embargo es la conciencia popular, las fiestas se masificaron y los propósitos se expandieron, el alcance social es tan amplio que de alguna manera se hace limitado.
Estamos mal acostumbrados a practicar una tradición cultural sin saber que estamos ejecutando una práctica milenaria. Los motivos se sobreentienden y los resultados se los reconocen.
Aunque no es necesario profundizar en la historia, antes debatir sobre temas como la legalidad, la salud o la economía en lo que respecta al consumo del alcohol, debemos ser conscientes que la funcionalidad de esta sustancia trasciende al sólo entretenimiento.
Bibliografía:
SAIGNES Thierry. (1993). BORRACHERA Y MEMORIA. Lima: HISBOL.
JORDÁN Xavier. (2004). Cuando las almas se van marchando. Cochabamba, Bolivia: RUNA.
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