
Nostalgia y romance: Dos animes que exploran la idealización
Una reflexión sobre Kowloon Generic Romance y Summer Pockets, dos animes actualmente en emisión.
*Artículo originalmente publicado para la revista La Ramona del diario Opinión el día 11 de Mayo de 2020. VER PUBLICACIÓN
La nostalgia es un sentimiento que engloba muchas sensaciones específicas en un concepto sencillo. Me fascina y me deprime. Sin embargo, no soy un nostálgico fanático que rechaza voltear la página; simplemente me gusta ver fotos viejas, incluso si yo no estoy en ellas, y descubrir e interpretar historias que nunca fueron contadas. Y contarlas.
En cuanto a narrativa respecta, el romance es más un estilo, una manera poética de comunicar, que algo relacionado con el amor como está tatuado en la memoria colectiva moderna. Pero sí, al final está en todo el amor este.
La nostalgia y el romance han caminado de la mano por incontables aventuras, ficticias o reales. La relación entre ambos conceptos llegó a mi mente gracias a dos animes actualmente en emisión, y que apenas van en su cuarto capítulo.
Kowloon Generic Romance es la adaptación de un longevo manga, que se ambienta en una ciudad retro futurista basada en la ciudad amurallada de Kowloon, Hong Kong, un espacio hoy desalojado y reconstruido, que fue objeto de inspiración para múltiples productos de la cultura pop.
La serie explora el misterio y la relación de una agente de bienes raíces, con su colega, quien parece saber más de ella, que ella misma. A través de secuencias que recuerdan a animes retro, Kowloon evoca a la perfección la magia y la tristeza de añorar un espacio que ya no existe, o que incluso nunca fue pisado por tus pies.
En cada capítulo vemos a gente fumando en balcones, restaurantes pequeños de barrio, y chismes con la mejor amiga. La historia avanza muy rápido y aún así hay tiempo para admirar la estética sucia, contaminada y familiar de la ciudad. El manga acaba este mes, y el anime resumirá todo, en Julio se estrenará una película de acción real que contará la misma historia, pero enfocándose más en la relación de los protagonistas, siendo este un proyecto multimedios.
Por otro lado, tenemos a Summer Pockets, que es una adaptación de una novela visual (genero de videojuegos de selección múltiple), al igual que las obras que definieron la industria del anime en los 2000 por el icónico estudio Kyoto Animation.
En este seguimos a un joven que se autodefine como un “ave de paso con las alas rotas”, un ex nadador que vivió un gran trauma, y decide pasar el verano en una pequeña isla en la que su fallecida abuela vivió, ayudar con la venta de su patrimonio, pero con la intención principal de despejar su mente y sanar.
Este tipo de historias se caracteriza por múltiples personajes secundarios, a menudo intereses románticos, que se relacionan con el protagonista, y le dan su añorada lección de vida. En el visual novel, uno elige con quién pasar más tiempo o a quien dar más importancia. El anime opta por seguir a detalle cada micro historia.
Sin embargo, al igual que Kowloon, Summer Pockets explora incluso con menos sutileza, el cariño por un lugar que no te pertenece, pero que se siente como un hogar. Con Kowloon, la excusa es el misterio y con Summer Pockets la aventura.
Y recordemos que el romance es un estilo poético, que en ambas series se traduce en el balance y ritmo de los paisajes, la música y los encuentros casuales. Ese algo que mientras más se siente, más cuesta describir. En ambos casos está el fantasma de un alma gemela esperando a ser encontrada, un lugar seguro en el cual desarrollar tu personalidad.
Si bien los animes son complacientes por el uso de personajes de auto inserción, me resulta tan maravilloso como desesperante que en la vida real nos encontremos con espacios vacíos todos los días, y fantaseemos con historias de amor. Aventuras o misterios por resolver. Algunos lo atribuirán a vidas pasadas, mi pensamiento es más catastrófico, la vida real a veces es tan aburrida que necesita de esas fantasías.
En fin. La nostalgia y el romance no son sólo adornos de la ficción, sino puentes hacia emociones profundas que rara vez nos permitimos sentir en la vida real. Al final, más allá de la pantalla o la página, seguimos persiguiendo esos pequeños hogares emocionales donde todo vuelve a tener sentido.
Ambos productos nos recuerdan que incluso en lo efímero hay belleza. Ya sea en laberintos urbanos o islas olvidadas. No solo narran historias de personajes, sino que espejean nuestro anhelo de pertenecer a algo más grande que lo tangible.
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