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Rilda Paco, la vagina alborotada de Bolivia

«Virgen María, madre de dios, líbranos de Putin, líbranos de Putin, líbranos de Putin»

Así comienza un himno llamado «Punk Prayer» (orador punk), que reclama por sobre todo los derechos a la libertad.

En marzo de 2012, un grupo de jóvenes feministas rusas, fueron encarceladas mientras Vladimir Putin estaba siendo reelecto por tercera vez como presidente.

Las jóvenes fueron condenadas a dos años por vandalismo e incitación al odio.

Si te suena el nombre de Pussy Riot, no es ninguna sorpresa, pues esta agrupación no solo revolucionó el campo de la política, sino también el de la filosofía, de la música, del derecho y de la comunicación.

Las muchachas revolucionarias y proclamadas como la voz del pueblo, entraban a los templos y catedrales a cantar himnos de protesta en contra del abuso de poder y corrupción.

Las imágenes de su arresto, su maltrato, la estética de las jóvenes encapuchadas, y la actitud sólidamente anarquista que manifestaron, causaron impacto global.

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Así después de conseguir su libertad, era obvio que la frustración e impotencia de los espectadores se iba a hacer evidente.

Después de años del suceso, la agrupación ha girado en el planeta exponiendo su manifiesto, y denunciando la injusticia, orando nuevas canciones, y rompiendo cuerdas de guitarra; pues como ellas dicen, el fantasma de la libertad se fue al cielo.

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Así llegamos a febrero de 2018, Bolivia, un país que dice ser multicultural y revolucionario entorno a igualdad, pero que ahora demostró ser tan ortodoxo y cerrado de mente, como el viejo y frío país del vodka.

Una artista fue criticada, amenazada, denunciada y humillada. No solo por sus paisanos, sino también por su gobierno, el mismo gobierno que le garantiza que sus derechos serán siempre protegidos.

¿Cuál fue el crimen que cometió?, manifestar su libertad de expresión. Expresarse. Maldita sea.

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Ni siquiera con palabras vulgares como cualquier internauta mediocre promedio lo haría. Se manifestó haciendo arte.

Tal vez no deseando el destierro a su presidente dentro la catedral, pero sí haciendo una ilustración subjetiva.

Rilda denuncia los excesos y el caos que representa el carnaval de Oruro en Bolivia, un carnaval que se autoproclama como un tributo a la «Virgen del Socavón».

Ella nos cuenta la misma historia pero al revés, cómo la imagen de una «virgen» representa a todo lo que no es virgen, irónicamente.

Nadie puede ser tan ignorante para no saber que Rilda no está diciendo: «me cago en tu religión».

Lo que Rilda en realidad quiso decir con su obra es: «me cago en vos, por ser tan hipócrita y creerte tan moral y respetuoso con los valores que tu religión defiende, y actuando de manera totalmente contraria»

Además Rilda usó un medio que también tiene la máscara que dice «Libre», el internet.

La pregunta que surge ahora es, ¿nosotros como bolivianos, respetaremos su libertad de expresión, como el de una vegetariana a la que no le gusta nuestra hamburguesa favorita?.

O tal vez nos convirtamos en dictadores de pensamiento ante los ojos de un mundo decepcionado.

Es expresión. Maldita sea.

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Asesino serial y catador de música

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